No recuerdo la hora exacta pero al bajar esperamos un rato por Rosianne mientras escuchamos música del folklore portugués, bien interpretada por una “tuna portuguesa” que entretenía a los pasajeros mientras desembarcamos en Lisboa, un puerto con grandes obras en remodelación y al lado de la estación de trenes Santa Apolonia y parada de varias empresas de “bus Túristico”, esperando por la que tradicionalmente usamos en España que además nos ofrece un 10% de descuento con tickets anteriores, pero bastante demorados, hasta el extremo de comenzar a ponernos nerviosos y considerar la posibilidad de haber sido estafados, pero no, como a la hora apareció el famoso bus de la “línea roja”, ruta que haríamos primero.
Con nuestros auriculares bien colocados comenzamos el recorrido, Rosianne, María Angélica, Helena, Alicia y yo partiendo de la Estación Santa Apolonia con salida a una pequeña plaza donde también observamos un gran edificio blanco sede del Museo Militar y después de un violento recorrido pasar de frente por el mismo sitio y dando vuelta en la Plaza de Comercio enfilar hacia la BAIXA por la Avenida de la Libertad en sentido opuesto al río, con buenas vistas de nuestro MARINA y pasar cerca por primera vez de la Sé o Catedral de Lisboa.
La ciudad dispone de una red ferroviaria urbana y suburbana con 8 líneas, siendo 4 de metro y 4 de tren suburbano, y 118 estaciones, 48 de metropolitano y 70 de tren suburbano. Las principales estaciones de tren son la Estación de Oriente, proyecto del arquitecto Santiago Calatrava, Cais do Sodré y Santa Apolonia.
Pasamos por la Iglesia de la Concepción Vieja, Plaza de Figueira con la estatua en bronce del Rey Juan I de la dinastía Avis y que Portugal tuvo gran prosperidad durante su mandato en el siglo XI. En la misma plaza encontramos el Palacio de la Independencia.
Siguiendo por la espectacular vía Augusta, hacemos nuestra primera parada en la Plaza de Rossio, oficialmente llamada Don Pedro IV, siendo la plaza más visitada en la actualidad y centro neurálgico desde épocas antiguas, actualmente en reparación, donde pudimos observar entre los locales famosos el Hard Rock Café.
La segunda parada es en la Plaza de los Restauradores con su imponente obelisco que rinde tributo al grupo de ciudadanos que en 1640 inició la revolución que acabó con los 50 años de administración española. Continuamos por la avenida de la Libertad, llena de grandes árboles que apenas deja pasar el sol a la venida y que nos resguarda un poco de los rayos inclementes del caluroso y despejado día que tenemos en Lisboa considerando que vamos al descubierto en la segunda planta del bus.
Nos detenemos buen rato y al sol en lo que es la parada “1” , que se permiten cambios de línea, pudiendo apreciar mucho mejor la Plaza del Marqués de Pombal y el Parque Eduardo VII.
El Parque Eduardo VII de Inglaterra es el mayor parque del centro de Lisboa, conocido comúnmente como Parque Eduardo VII. Fue bautizado en honor al rey Eduardo VII del Reino Unido que visitó Lisboa en 1902 para reafirmar la alianza entre los dos países.
La gran vertiente empinada se extiende por 25 hectáreas. Fue abierta al principio del siglo XX como prolongación de la “Avenida da Liberdade”. En el lado noroeste del parque se encuentra la Estufa Fria, un jardín botánico con numerosas plantas exóticas, riachuelos, cascadas, palmeras, arbustos con flores y bananeras. La Estufa Quente posee plantas y animales de clima tropical.
Cerca de las estufas se encuentra un lago con carpas grandes y un parque infantil, con forma de galeón. En el lado este se encuentra el Pavilhão Carlos Lopes que recibió el nombre del vencedor de la Maratón Olímpica de 1984.
En el extremo norte se encuentra el monumento 25 de abril, inaugurado en 1997, realizado por John Cutileiro, y objeto de mucha controversia debido a su forma. A continuación, se encuentra el Jardín Amalia Rodrigues, que rinde homenaje a la reina portuguesa del fado.
La Praça Marquês de Pombal (Plaza del Marqués de Pombal) se sitúa entre la Avenida da Liberdade y el Parque Eduardo VII, en el centro se levanta un majestuoso monumento al Marqués de Pombal, inaugurado en 1934.
El despótico estadista que condujo a Portugal hacia la Ilustración, gobernó entre los años 1750 y 1777. Su imagen se encuentra en lo alto de una columna, con la mano puesta encima de un león (símbolo del poder) y con los ojos mirando hacia la Baixa.
En la base del monumento, las imágenes alegóricas representan las reformas políticas, educativas y agrícolas que efectuó. Las figuras de pie representan a la Universidad de Coímbra, donde creó la nueva facultad de ciencias. Las piedras partidas en la base del monumento y las olas representan la destrucción causada por el Terremoto de 1755.
Las esculturas e inscripciones en el pedestal que relatan las proezas de Pombal pueden ser vistas siguiendo por el pasillo subterráneo para acceder al centro de la plaza. La calzada alrededor de la rotonda está decorada con el escudo de armas de Lisboa.
La otrora llamada Rotunda (rotonda), fue el lugar elegido para proclamar la república el 5 de octubre de 1910.
Arrancamos de nuevo y continuamos por la congestionada Fontes Pereira de Melo de doble vía y varios canales, pasando por “La Praca Duque de Saldanha” donde se convierte en avenida República y dar vuelta por la Plaza de Toros de Lisboa, conocida como La Plaza de Toros de Campo Pequeño (Campo Pequeno, en portugués), construida en 1892 por el arquitecto portugués António José Dias da Silva con una capacidad para 9 000 personas y que fue inspirada en la plaza de toros de Madrid.
Fue realizada en ladrillo macizo rojo de cara vista, en estilo neo-mudéjar y sufrió una profunda remodelación al inicio del siglo XXI, sustituyendo el ladrillo por hormigón armado. Se creó una galería comercial en el subsuelo y otros espacios similares a pie de calle. El mayor de los cambios ha sido la instalación de un techo móvil que permite el uso para distintas actividades durante todo el año.
Doblamos por la avenida de Berna hasta la Plaza España dejando de un lado el Hospital do Rego, doblar en la plaza y llegar al Corte Inglés, para continuar por diferentes calles que combinan lo antiguo con lo moderno, observado en la cima de la colina más alta el famoso Castillo de San Jorge , de origen árabe, que con once torres fue la residencia oficial de los reyes de Portugal entre los siglos XIV y XVI.
Seguimos hasta pasar por el pintoresco Acueducto de la Aguas Libres, construido para llevar agua a la ciudad por el rey Juan V, que le dio la oportunidad de satisfacer su pasión por las construcciones grandiosas, ya que la única área de Lisboa que tenía agua era la Alfama, y luego disfrutar la gran Basílica de la Estrella de Lisboa, la enorme iglesia con una cúpula, situada en una colina en la zona oeste de la ciudad, es una de sus mayores referencias, visible desde casi cualquier punto en la distancia. La Basílica fue construida por arquitectos de la Escuela de Mafra en estilo barroco final y neoclásico. La fachada está enmarcada por dos torres gemelas y decorada con estatuas de santos y figuras alegóricas.
De nuevo por la orilla del río y pasando por debajo del puente 25 de abril, grandes obras nos esperan, resaltando: “El monumento a los descubridores”, monumento construido en 1960, en la margen del río, en Belém, para conmemorar los 500 años de la muerte de Enrique el Navegante.
Fue encargado por el régimen de Salazar, tiene 52 metros de altura y celebra a los marineros, patrones reales y todos los que participaron en el desarrollo de la Era de los Descubrimientos. Los autores de la obra fueron el arquitecto José Ângelo Cottinelli Telmo y el escultor Leopoldo de Almeida.
La Torre de Belém, obra de Francisco de Arruda, constituye uno de los ejemplos más representativos de la arquitectura manuelina. En el pasado sirvió como centro de recaudación de impuestos para poder entrar a la ciudad. Su construcción fue iniciada en 1514, bajo el reinado de Manuel I de Portugal (1495-1521), teniendo como arquitecto a Francisco de Arruda. Sus obras quedaron a cargo de Diogo Boitaca, que, en la época, también dirigía las ya adelantadas obras del vecino Monasterio de los Jerónimos de Belém. Las obras finalizaron en 1520. Se encuentra situada en la desembocadura del río Tajo, en el barrio de Santa Maria de Belém de esta ciudad al suroeste de Lisboa, que también nos muestra el Museo de Arte Contemporáneo de Belém.
La plaza del Imperio, con sus hermoso y bien cuidados jardines, a pocos metros del museo y como formando parte del impresionante Monasterio de los Jerónimos, obra cumbre del arte manuelino portugués y que para muchos citadinos y turistas representa el monumento, más hermoso de Lisboa, construido en la primera mitad del siglo XVI por encargo del rey Manuel I y financiado con algunos de los tesoros traídos de América por Vasco de Gama.
Continuamos por el Museo de La República y el frente de la Casa de Gobierno, grande y de color rosado, y el Museo de los Carruajes.
Imposible recordar todo, ni siquiera verlo a lo que llamamos “vuelo de Pájaro”, cuantas cosas se quedan y cuantas se pierden. Definitivamente en un día sería imposible verlo todo.
Lamenté no haberme bajado en la Torre de Belém o en el Monasterio de los Jerónimos, sin dejar atrás la Basílica, pero si alguien les dice en que este sistema de “Hop On, Hop Off” o sea de subir y bajar, se puede conocer Lisboa en un día, está mintiendo, tres por lo menos, pero una idea buena nos llevamos y si algo queda claro es que Lisboa es una ciudad para volver y pasar varios días en ella y sus alrededores, esperando regresar en alguna oportunidad, sin embargo sigo convencido que los cruceros siguen siendo la mejor opción para conocer más en menor tiempo, y si algo te gustó más de la cuenta, tener una buena excusa para regresar algún día.
Nuestra siguiente parada es en la ya visitada y popular Plaza del Comercio con la imponente estatua ecuestre de José I mirando hacia el mar y secundado por el Arco de Triunfo, que da comienzo a la gran zona de calles paralelas y perpendiculares en perfecta alineación que componen la BAIXA, que con grandes tiendas de marca, bares, restaurantes y cafetearías que hacen de la zona la más popular de Lisboa, termina en esta dirección norte-sur en la ya también mencionada plaza de ROSSIO. En dirección este-oeste va desde el popular barrio del Chiado hasta la Alfama.
Fotos van y fotos vienen, un café, caminar entre la gente y las terrazas de una plaza a la otra, y observar los otros dos mecanismos de subir a las colinas, el elevador de Bica, trencito sobre rieles que va hasta la parte más alta, y el elevador de JUSTA, posiblemente el más popular en la calle Ouro aquí en la Baixa, inaugurado en 1902 que con su torre de 45 metros de hierro, al mejor estilo neogótico, es el más sorprendente modo de alcanzar el Convento de Carmen.
Hasta aquí llegó el grupo, contándoles que en forma fugaz Dante coincidió con nosotros en una etapa, pero las “chicas” prefirieron quedarse en esta hermosa zona de “shopping”, mientras que Alicia y yo esperamos la “línea azul” para conocer la otra parte de la ciudad, con bastante calor, más larga y muy distinta aunque algunas etapas coinciden como verán en las fotos, que no son repetidas sino que volvimos a pasar por el mismo lugar.
Dando vuelta en la Plaza del Comercio volvemos a pasar por La Catedral y la estación Santa Apolonia, Museos del Agua y del Azulejo quedan en el camino hasta llegar al Parque de las Naciones y la Lisboa Moderna, parque que nació con la EXPO 98, una ciudad en miniatura cuya arquitectura y urbanismo tiene muy poco que ver con el resto de Lisboa.
Allí están situados el Pabellón Atlántico, salas para conciertos y espectáculos deportivos, la Feria Internacional de Lisboa, el Centro Comercial Vasco de Gama y un inmenso e impresionante Acuario. De aquí podemos ver el moderno Puente Vasco de Gama sentados tranquilamente en uno de los múltiples cafés de la zona o pasear por sus amplias y floreadas calles. Llama también la atención las fachadas modernistas de la gran estación ferroviaria de Oriente que permitió la gran movilización de personas durante la Expo 98 y que hoy es centro de comunicaciones de Lisboa, entre sus barrios y alrededores, como con el resto de Portugal
Tras una parada casi obligada en el Corte Inglés, volvimos al bus parar regresar a la estación Santa Apolonia y subir al barco tras un maratónico pero muy agradable día en Lisboa.
Poco a poco en la GALERÍA FOTOGRÁFICA que tienen a su izquierda y que espero hayan aprendido a usar bien, iremos colocando las reseñas de las casi 400 fotos de este paseo para una mejor comprensión, pero ahora a descansar, que esta noche tenemos especialidades orientales.